Las primeras ideas del método surgieron alrededor del año 2005, a raíz de una crisis personal (es curioso que siempre suceda así). Necesitaba encontrar una vía de escape a una sensación de presión interna que amenazaba con estallar, pero que quedaba bloqueada en el intento de manifestarla externamente, lo cual me provocaba todo tipo de trastornos. Entonces ya era profesor de Taiji y de Qigong, conocía perfectamente sus efectos terapéuticos, así que recurrí a estas técnicas en busca de ayuda. Sin embargo, las series de ejercicios que yo conocía eran demasiado globales, trataban el organismo en su conjunto, tal vez algún trastorno orgánico concreto, pero no había nada relacionado con las emociones.
Después de experimentar sin mucho resultado con lo que tenía a mi alcance y ante la imposibilidad de recurrir a ayudas externas (mi maestro estaba demasiado lejos de casa y me resultaba imposible acudir a sus clases), decidí que me sería más fácil y rápido si intentaba desarrollar algo por mi cuenta. Así que, tomando como base la teoría de los cinco elementos de la Medicina Tradicional China, empecé a buscar ejercicios que influyeran sobre los órganos principales, suponiendo que, si actuaba sobre la energía de un órgano, también lo haría sobre su emoción relacionada. Y así fue. En realidad encontré que el desequilibrio podía provenir de dos caminos opuestos, es decir, o bien un órgano desequilibrado causaba un cierto estado de ánimo negativo, o un estado de ánimo negativo causaba un desequilibrio en el órgano. Por ejemplo: un estancamiento de Qi en el hígado puede producir un carácter irritable, pero también una irritación importante (enfado, discusión, bronca, etc.), producirá un estancamiento del Qi hepático. Dos caminos diferentes para un mismo trastorno. Pero, ¿cuál era el mecanismo de enlace?, es decir, ¿había alguna manera de actuar sobre los dos desequilibrios a la vez? La respuesta llegó de nuevo con las teorías de la Medicina China, que hablaban del movimiento energético natural. Cada órgano, además de su funcionamiento fisiológico tiene una función energética, y esta puede desequilibrarse tanto por un trastorno funcional como por un trastorno emocional que repercuta sobre él. En ambos casos el movimiento energético natural se ve afectado. Por consiguiente, si recuperamos el movimiento, tanto el órgano como la emoción volverán a equilibrarse. Ya tenía el punto de partida. Era el momento de poner en marcha la maquinaria del Qigong.
La clave estaba en el movimiento energético. Con esta premisa fui recopilando ejercicios para los cinco órganos principales. Primero eran movimientos conocidos, después algunos de ellos variaron según la necesidad requerida. Otros surgieron espontáneamente. Al principio eran ejercicios sueltos, sin un orden natural. Podías escoger uno u otro al azar o siguiendo la necesidad del momento. Luego empezaron a encajar cada uno en su sitio, formando una serie encadenada.
A día de hoy, unos cuantos años después de aquella primera idea, después de pruebas, rectificaciones y descartes, pienso que el método ha quedado lo suficientemente compacto como para que resulte asequible a cualquiera que se interese por su salud.
Esta es mi pequeña aportación al cambio de paradigma que muchos estamos esperando, un cambio que, sin lugar a dudas, empieza y termina dentro de cada uno de nosotros. Todos estamos en el camino. Es el momento de iniciar el viaje.
Muchas gracias maestro
ResponderEliminarUn gran abrazo